MIGRANTES

La Escuela de la Paz del campo de refugiados de Koufinou (Chipre) termina con la entrega de los diplomas y de regalos para todos

“Adiq sadak”, tú eres amigo mío. Es la frase que más dicen los niños durante la Escuela de la Paz en Koufinou, al que asisten los niños de este campo de refugiados y los del campo contiguo de Limnes (Chipre). En estos dos campos viven unos 600 refugiados, muchos de ellos menores. Algunos llevan allí ya varios años. La mayoría son sirios, pero también hay afganos, sudaneses, nigerianos, entre muchos otros. Algunos de estos niños han empezado a ir a la escuela para aprender griego e inglés.

Durante el verano en este lugar se alcanzan temperaturas muy elevadas, que pueden superar los 40º. En este contexto, en un pabellón situado en el centro del campo de Koufinou se ha organizado la Escuela de la Paz, donde los niños han podido jugar, escribir y dibujar. El último día de la Escuela de la Paz, todos los niños (unos 70) han recibido su diploma y un regalo: material escolar en una bolsa hecha a mano por un grupo de ancianas de la Comunidad de Treviso con telas provenientes de Mozambique.

A pesar de las diferencias culturales y lingüísticas, la Escuela de la Paz ha logrado abatir las barreras y crear nuevos lazos, pero también ha reforzado los ya existentes. Se ve en el rostro de los niños que hace años que viven en el campo: recuerdan rostros y nombres, reconocen desde lejos a sus amigos italianos y salen corriendo a su encuentro. Que estén allí es promesa de fiesta y signo de estabilidad en vidas marcadas por la precariedad, por los continuos desplazamientos (a menudo con gran dificultad y sufrimiento) y por la incertidumbre del futuro. Por eso la palabra que más sale de su boca y que los Jóvenes por la Paz han aprendido rápidamente es: "shukran”, gracias.