MIGRANTES

"Mi sueño es estudiar y trabajar" voces e historias de hombres y mujeres afganos que llegaron a través de los corredores humanitarios

“Por fin en Italia puedo estudiar y trabajar, y la vida me parece fantástica para el futuro”, son las palabras de agradecimiento de T. H., una chica afgana que llegó el 10 de julio a través de los corredores humanitarios. T. H. gestionó dos centros de belleza en Kabul, al menos hasta agosto de 2021, cuando llegaron los talibanes. En ese momento todo cambió: “En Afganistán ya no podía trabajar ni estudiar, por eso decidí irme”. La historia de T.H. es el de muchas mujeres afganas que han huido solas o con sus familias en busca de un futuro mejor.

Llama la atención el motivo por el que M., un joven de 26 años, decidió marcharse: sus cuatro hermanas no habrían podido seguir estudiando. M. permaneció con ellos en Pakistán durante más de 6 meses "cada mes teníamos que renovar nuestros permisos de residencia, un proceso muy caro para nosotros. O los renovaban o volvíamos a Afganistán". Ésta era la condición de muchos de los refugiados que llegaron a Roma a través de los corredores humanitarios: apretados como en un torno, incapaces de avanzar o retroceder.

Andrea Riccardi, fundador de la Comunidad de Sant'Egidio, visitó personalmente el campo de refugiados afganos en Islamabad en 2023. Allí conoció personalmente a muchos de los refugiados que luego llegaron por los corredores. "Recuerdo que fue Afzali quien nos guió a través de las tiendas del campamento, hizo listas con vuestros nombres. Y luego pensé que no podían dejaros allí. No os hemos olvidado", recuerda Andrea.

Entre los afganos que conocí, una chica, M. N., que cuenta su historia: "Después de la llegada de los talibanes, me arriesgué a un matrimonio forzado al que mi familia afortunadamente se opuso. Sufrimos amenazas y mis padres fueron golpeados. Decidimos irnos". M. N. y su familia cruzaron a pie la frontera con Pakistán y permanecieron dos años en el campo de refugiados de Islamabad. "No teníamos electricidad ni agua, no sabíamos qué hacer". En 2022, conocieron por primera vez la Comunidad, que les ayudó y les permitió llegar a Italia. "Estoy muy agradecida de haber llegado aquí y espero mejorar mi vida. Ahora mi sueño es estudiar negocios en Italia y ayudar a otros afganos, especialmente a las niñas, porque en Afganistán no tienen vida. Tengo suerte, estoy aquí y puedo hacer realidad mis sueños".