ORACIÓN CADA DÍA

Pascua de resurrección
Palabra de dios todos los dias

Pascua de resurrección

Pascua de Resurrección
La Iglesia de Occidente y la Iglesia de Oriente celebran la Pascua de Resurrección el mismo día.
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Libretto DEL GIORNO
Pascua de resurrección
Domingo 20 de abril

Pascua de Resurrección
La Iglesia de Occidente y la Iglesia de Oriente celebran la Pascua de Resurrección el mismo día.


Primera Lectura

Hechos de los Apóstoles 10,34.37-43

Entonces Pedro tomó la palabra y dijo: «Verdaderamente comprendo que Dios no hace acepción de personas, Vosotros sabéis lo sucedido en toda Judea, comenzando por Galilea, después que Juan predicó el bautismo; cómo Dios a Jesús de Nazaret le ungió con el Espíritu Santo y con poder, y cómo él pasó haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por el Diablo, porque Dios estaba con él; y nosotros somos testigos de todo lo que hizo en la región de los judíos y en Jerusalén; a quien llegaron a matar colgándole de un madero; a éste, Dios le resucitó al tercer día y le concedió la gracia de aparecerse, no a todo el pueblo, sino a los testigos que Dios había escogido de antemano, a nosotros que comimos y bebimos con él después que resucitó de entre los muertos. Y nos mandó que predicásemos al Pueblo, y que diésemos testimonio de que él está constituido por Dios juez de vivos y muertos. De éste todos los profetas dan testimonio de que todo el que cree en él alcanza, por su nombre, el perdón de los pecados.»

Salmo responsorial

Salmo 117 (118)

?Dad gracias a Yahveh, porque es bueno,
porque es eterno su amor!

?Diga la casa de Israel:
que es eterno su amor!

?Diga la casa de Aar?n:
que es eterno su amor!

?Digan los que temen a Yahveh:
que es eterno su amor!

En mi angustia hacia Yahveh grit?,
?l me respondi? y me dio respiro;

Yahveh est? por m?, no tengo miedo,
?qu? puede hacerme el hombre?

Yahveh est? por m?, entre los que me ayudan,
y yo desaf?o a los que me odian.

Mejor es refugiarse en Yahveh
que confiar en hombre;

mejor es refugiarse en Yahveh
que confiar en magnates.

Me rodeaban todos los gentiles:
en el nombre de Yahveh los cercen?;

me rodeaban, me asediaban:
en el nombre de Yahveh los cercen?.

Me rodeaban como avispas,
llameaban como fuego de zarzas:
en el nombre de Yahveh los cercen?.

Se me empuj?, se me empuj? para abatirme,
pero Yahveh vino en mi ayuda;

mi fuerza y mi c?ntico es Yahveh,
?l ha sido para m? la salvaci?n.

"Clamor de j?bilo y salvaci?n,
en las tiendas de los justos:
""?La diestra de Yahveh hace proezas, "

"excelsa la diestra de Yahveh,
la diestra de Yahveh hace proezas!"""

No, no he de morir, que vivir?,
y contar? las obras de Yahveh;

me castig?, me castig? Yahveh,
pero a la muerte no me entreg?.

?Abridme las puertas de justicia,
entrar? por ellas, dar? gracias a Yahveh!

Aqu? est? la puerta de Yahveh,
por ella entran los justos.

Gracias te doy, porque me has respondido,
y has sido para m? la salvaci?n.

La piedra que los constructores desecharon
en piedra angular se ha convertido;

esta ha sido la obra de Yahveh,
una maravilla a nuestros ojos.

?Este es el d?a que Yahveh ha hecho,
exultemos y goc?monos en ?l!

?Ah, Yahveh, da la salvaci?n!
?Ah, Yahveh, da el ?xito!

?Bendito el que viene en el nombre de Yahveh!
Desde la Casa de Yahveh os bendecimos.

Yahveh es Dios, ?l nos ilumina.
?Cerrad la procesi?n, ramos en mano,
hasta los cuernos del altar!

T? eres mi Dios, yo te doy gracias,
Dios m?o, yo te exalto.

?Dad gracias a Yahveh, porque es bueno,
porque es eterno su amor!

Segunda Lectura

Primera Corintios 5,6-8

¡No es como para gloriaros! ?No sabéis que un poco de levadura fermenta toda la masa? Purificaos de la levadura vieja, para ser masa nueva; pues sois ázimos. Porque nuestro cordero pascual, Cristo, ha sido inmolado. Así que, celebremos la fiesta, no con vieja levadura, ni con levadura de malicia e inmoralidad, sino con ázimos de pureza y verdad.

Lectura del Evangelio

Aleluya, aleluya, aleluya.

Cristo ha resucitado de entre los muertos y no muere más!
El nos espera en Galilea!

Aleluya, aleluya, aleluya.

Juan 20,1-9

El primer día de la semana va María Magdalena de madrugada al sepulcro cuando todavía estaba oscuro, y ve la piedra quitada del sepulcro. Echa a correr y llega donde Simón Pedro y donde el otro discípulo a quien Jesús quería y les dice: «Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde le han puesto.» Salieron Pedro y el otro discípulo, y se encaminaron al sepulcro. Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió por delante más rápido que Pedro, y llegó primero al sepulcro. Se inclinó y vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llega también Simón Pedro siguiéndole, entra en el sepulcro y ve las vendas en el suelo, y el sudario que cubrió su cabeza, no junto a las vendas, sino plegado en un lugar aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado el primero al sepulcro; vio y creyó, pues hasta entonces no habían comprendido que según la Escritura Jesús debía resucitar de entre los muertos.

 

Aleluya, aleluya, aleluya.

Cristo ha resucitado de entre los muertos y no muere más!
El nos espera en Galilea!

Aleluya, aleluya, aleluya.

Homil?a

Las tres mujeres mencionadas en el Evangelio no abandonan a Jesús ni siquiera cuando está muerto. Su amor es verdaderamente ejemplar: no solo vencen el miedo, sino que van más allá de lo posible. Se presentan de madrugada en el sepulcro con los aromas para realizar un último gesto de amor por su amado maestro. Al entrar, no ven el cuerpo de Jesús. Sin embargo, inmediatamente aparecen ante ellos dos hombres vestidos de blanco: "?Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo? No está aquí, ha resucitado", les dicen. Los dos hombres les anuncian la Pascua. Sí, el Señor no se ha resignado al mal y a las múltiples formas con las que amarga la vida en este mundo nuestro. Después de la pandemia, han venido las guerras. Verdaderamente las tinieblas parecen haber caído sobre la tierra. Pero el Padre que está en los cielos -nos lo recuerda el Evangelio de Juan- ama tanto al mundo que envía a su propio Hijo, el unigénito, para salvarnos.
Los dos hombres, vestidos con ropas resplandecientes, inmediatamente después del anuncio de la resurrección nos exhortan también a nosotros con las palabras dirigidas a las mujeres: "Recordad cómo os habló cuando estaba todavía en Galilea". ¡Cuántas veces, en efecto, Jesús había hablado a sus amigos del misterio de la Pascua, pero ellos no le habían tomado en serio! ?Y cuántas veces se nos ha dirigido también a nosotros la misma Palabra de Dios, y también nosotros la hemos olvidado? Aquellas mujeres "recordaron sus palabras" e inmediatamente fueron a "anunciar" a los once y a todos los demás lo que habían visto. Existe la responsabilidad de comunicar la Pascua a todos. También a nosotros se nos pide hacerlo. El apóstol Pedro, al oír a las mujeres -a pesar de la incredulidad de los demás y en parte de la suya propia-, sale del cenáculo y va al sepulcro. Nada más llegar, se inclina para ver el interior y ve los lienzos en los que habían envuelto al Señor. Son los lienzos del amor, los lienzos de la piedad, los lienzos de la compasión, los lienzos que envuelven a muchos que son golpeados por la violencia. Esos lienzos que la Iglesia y cada comunidad cristiana extienden en las periferias del mundo para cuidar los cuerpos de muchos pobres, enfermos, ancianos, niños, extranjeros, refugiados, abandonados. Son los lienzos de la resurrección, los signos de la victoria del amor sobre el abandono. La Pascua nos pide multiplicarlos ampliando el espacio de la misericordia.

PALABRA DE DIOS TODOS LOS DÍAS: EL CALENDARIO

La oración es el corazón de la vida de la Comunidad de Sant’Egidio, su primera “obra”. Cuando termina el día todas las Comunidades, tanto si son grandes como si son pequeñas, se reúnen alrededor del Señor para escuchar su Palabra y dirigirse a Él en su invocación. Los discípulos no pueden sino estar a los pies de Jesús, como María de Betania, para elegir la “mejor parte” (Lc 10,42) y aprender de Él sus mismos sentimientos (cfr. Flp 2,5).

Siempre que la Comunidad vuelve al Señor, hace suya la súplica del discípulo anónimo: “¡Señor, enséñanos a orar” (Lc 11,1). Y Jesús, maestro de oración, continúa contestando: “Cuando oréis, decid: Abbá, Padre”.

Cuando oramos, aunque lo hagamos dentro de nuestro corazón, nunca estamos aislados ni somos huérfanos, porque somos en todo momento miembros de la familia del Señor. En la oración común se ve claramente, además del misterio de la filiación, el de la fraternidad.

Las Comunidades de Sant'Egidio que hay por el mundo se reúnen en los distintos lugares que destinan a la oración y presentan al Señor las esperanzas y los dolores de los hombres y mujeres “vejados y abatidos” de los que habla el Evangelio (Mt 9,37). En aquella gente de entonces se incluyen los habitantes de las ciudades contemporáneas, los pobres que son marginados de la vida, todos aquellos que esperan que alguien les contrate (cfr. Mt 20).

La oración común recoge el grito, la aspiración, el deseo de paz, de curación, de sentido de la vida y de salvación que hay en los hombres y las mujeres de este mundo. La oración nunca es vacía. Sube incesante al Señor para que el llanto se transforme en alegría, la desesperación en felicidad, la angustia en esperanza y la soledad en comunión. Y para que el Reino de Dios llegue pronto a los hombres.